Gracias a los avances en tecnología genética, los científicos están utilizando el ADN extraído de restos humanos antiguos para rastrear los orígenes de los africanos esclavizados que fueron traídos al Nuevo Mundo. Este proceso ha permitido reconstruir fragmentos olvidados de la historia y comprender mejor las complejas trayectorias de los pueblos africanos que sufrieron la trata transatlántica.
Primeros Pasos en la Genética Antigua
En 1985, el genetista Svante Pääbo logró secuenciar el ADN de una momia egipcia, marcando el inicio del estudio de material genético antiguo. Sin embargo, sus resultados iniciales fueron cuestionados, ya que probablemente estaban contaminados con ADN moderno. Este problema llevó a los científicos a centrarse en restos humanos encontrados en climas fríos, donde el ADN se preserva mejor debido a la baja humedad y temperaturas constantes.
Ejemplos notables incluyen el caso de Ötzi, el «hombre de hielo» de 5.000 años hallado en los Alpes, cuyo genoma completo fue secuenciado en 2012. Estos avances sentaron las bases para aplicar tecnologías similares en climas cálidos y húmedos como los de África y el Caribe.
Superando las Limitaciones del Clima
Con el tiempo, el desarrollo de técnicas como la «captura de todo el genoma» permitió a los investigadores trabajar con ADN altamente degradado. Esta técnica concentra y amplifica los fragmentos de ADN presentes en restos óseos, haciendo posible secuenciar material genético incluso en condiciones adversas.
En 2010, los arqueólogos encontraron un cementerio del siglo XVII en la isla caribeña de San Martín. Los restos de dos hombres y una mujer, con edades comprendidas entre los 25 y 40 años, mostraban dientes limados, una práctica cultural común en el África subsahariana. Este hallazgo indicó que los individuos eran esclavos traídos para trabajar en plantaciones de azúcar.
Al comparar su ADN con bases de datos de poblaciones africanas modernas, los investigadores descubrieron que uno de los hombres probablemente provenía del norte de Camerún, mientras que los otros dos podrían haber venido de Ghana o Nigeria. Estos datos también sugieren que los tres esclavos, a pesar de compartir un origen continental, representaban distintas etnias y hablaban diferentes idiomas.
La Historia de Santa Elena
Otro avance significativo se dio en la isla de Santa Elena, una colonia británica en el Atlántico sur. Durante el siglo XIX, los barcos de la Royal Navy patrullaban la costa africana para interceptar esclavistas. Entre 1840 y 1872, más de 26.000 esclavos rescatados fueron llevados a la isla, de los cuales entre 5.000 y 8.000 murieron y fueron enterrados allí.
En 2012, durante la construcción de un aeropuerto, se desenterraron 128 tumbas que contenían los restos de 325 individuos. Los investigadores extrajeron ADN de 20 de ellos y determinaron que la mayoría eran hablantes de lenguas bantúes de África Central y Occidental, aunque no todos pertenecían a los mismos grupos étnicos. Este descubrimiento resalta la diversidad de las poblaciones africanas capturadas durante la trata de esclavos.
El Chorro de Maita en Cuba
En Cuba, el cementerio de El Chorro de Maita, datado a principios del siglo XVI, contiene los restos de 133 personas enterradas en 108 tumbas. Este sitio es único porque combina individuos de diversas procedencias: nativos taínos, africanos occidentales e incluso mesoamericanos, posiblemente mayas de la península de Yucatán. Estos hallazgos refuerzan la evidencia de un comercio de esclavos que involucraba tanto a pueblos africanos como indígenas de las Américas.
Aunque los intentos de extraer ADN de 10 muestras del cementerio cubano no han tenido éxito completo, los investigadores esperan que las futuras mejoras tecnológicas permitan identificar con mayor precisión los orígenes de estos individuos.
Implicaciones para el Futuro
El trabajo de investigadores como Hannes Schroeder y su equipo está ayudando a reconstruir la historia de las comunidades africanas esclavizadas y su impacto en las Américas. Sin embargo, aún se enfrentan a limitaciones, como la escasez de bases de datos genéticas de poblaciones africanas modernas, que dificultan una identificación más precisa de los orígenes étnicos y geográficos.
La investigación genética no solo ofrece una herramienta poderosa para rastrear los orígenes de los esclavos africanos, sino también para arrojar luz sobre las conexiones culturales y biológicas que estos pueblos establecieron en el Nuevo Mundo. En palabras de Schroeder: «En un futuro no muy lejano, esperamos poder decir más».
Referencias
- Pääbo, S. (1985). Molecular cloning of Ancient Egyptian mummy DNA. Nature.
- Schroeder, H., et al. (2015). Genome-wide ancestry of 17th-century African individuals from the Caribbean. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America.
- Gilbert, M. T. P., et al. (2012). The complete genome of Ötzi the Iceman. Science.
- «Exploring Slave Origins Through Ancient DNA,» National Geographic, 2015.
- UNESCO. (2021). El legado de la trata transatlántica de esclavos. Retrieved from www.unesco.org.
- Eltis, D., & Richardson, D. (2010). Atlas of the Transatlantic Slave Trade. Yale University Press.