La afirmación de que en Argentina «no hay negros» se ha convertido en una suerte de cliché que oculta una realidad histórica más compleja y dolorosa. Aunque hoy en día la población afrodescendiente en el país es a primera vista muy reducida, esta percepción es el resultado de una combinación de factores históricos, sociales y políticos que llevaron a la desaparición física y simbólica de una comunidad que, en el siglo XIX, representaba un porcentaje significativo de la población.
Presencia de afrodescendientes en la Argentina colonial e independiente
Durante el período colonial, Argentina fue un importante destino para los africanos esclavizados traídos a través del comercio transatlántico. Se estima que para la época de la independencia, aproximadamente un tercio de la población de Buenos Aires y más de la mitad en algunas provincias del noroeste (como Santiago del Estero y Tucumán) era afrodescendiente. Estas personas desempeñaron roles esenciales en la economía y la vida social, trabajando principalmente como esclavos domésticos, artesanos y trabajadores rurales.
A pesar de su papel fundamental en la formación de la sociedad colonial, los afrodescendientes comenzaron a desaparecer gradualmente del panorama demográfico argentino. Este fenómeno no ocurrió de manera espontánea, sino que fue resultado de un conjunto de procesos históricos que incluyeron guerras, enfermedades, pobreza, mestizaje y una política sistemática de invisibilización.
Guerras y mortalidad: un impacto devastador
Las guerras de independencia a principios del siglo XIX marcaron el inicio del declive de la población afrodescendiente en Argentina. Los afroargentinos fueron reclutados masivamente para los ejércitos patriotas, ya sea como soldados o como reemplazos de los hijos de familias blancas acomodadas, quienes enviaban a “sus negros” para evitar el servicio militar. De los 2,500 soldados negros que participaron en la épica campaña de los Andes liderada por José de San Martín, solo 143 regresaron con vida.
La situación empeoró durante la guerra de la Triple Alianza contra Paraguay (1865-1870), en la que los batallones afroargentinos fueron nuevamente utilizados en el frente de batalla, resultando diezmados. Esta guerra no solo redujo drásticamente la población masculina afrodescendiente, sino que también debilitó la estructura familiar y comunitaria de esta población.
Epidemias y pobreza
Las condiciones precarias de vida de los afroargentinos, especialmente en Buenos Aires, los hicieron vulnerables a las epidemias que azotaron la ciudad en el siglo XIX. La fiebre amarilla de 1871 fue particularmente devastadora, afectando desproporcionadamente a los sectores más pobres, donde los afrodescendientes constituían una mayoría. Epidemias anteriores de cólera y fiebre amarilla ya habían cobrado miles de vidas, pero esta última tuvo un impacto irreversible en la población negra de la ciudad.
La pobreza extrema también jugó un papel clave en la desaparición demográfica de los afroargentinos. La alta mortalidad infantil, la desnutrición y las malas condiciones de vida redujeron significativamente la tasa de natalidad, un fenómeno que los historiadores describen como excepcionalmente bajo para los sectores humildes de la época. Muchas mujeres negras, enfrentadas a condiciones de vida desesperantes, optaban por no tener hijos.
Inmigración europea y mestizaje
Otro factor determinante fue la masiva inmigración europea que Argentina recibió a finales del siglo XIX y principios del XX. Este flujo de inmigrantes, principalmente italianos y españoles, transformó la composición demográfica del país, reduciendo el peso relativo de la población afrodescendiente. Además, muchos inmigrantes, carentes de los prejuicios raciales que caracterizaban a las élites locales, formaron familias con afrodescendientes, lo que contribuyó al mestizaje y la pérdida de rasgos afro en las generaciones posteriores.
El mestizaje fue promovido tanto social como políticamente como parte del proyecto de «blanqueamiento» impulsado por las élites argentinas, que buscaban construir una identidad nacional basada en un imaginario europeo. Este proceso, aunque menos explícito que en otros países, fue igualmente efectivo para diluir la identidad afrodescendiente en la población general.
Invisibilización y racismo estructural
La desaparición física de los afroargentinos fue acompañada por una estrategia de invisibilización cultural e histórica. En los relatos oficiales de la historia argentina, los aportes de los afrodescendientes han sido minimizados o completamente ignorados. Incluso en el siglo XX, cuando la población afrodescendiente ya era numéricamente reducida, la narrativa nacional continuó excluyendo su existencia, reforzando la idea de que Argentina era un país de inmigrantes europeos.
Esta invisibilización también se reflejó en el lenguaje cotidiano y en las prácticas sociales. La palabra «negro» dejó de asociarse exclusivamente con el fenotipo afrodescendiente y comenzó a usarse como un insulto racial dirigido a personas de rasgos indígenas o de clases sociales humildes. Este fenómeno, especialmente evidente en el ámbito del fútbol y otras expresiones populares, refleja el racismo estructural que persiste en la sociedad argentina, a pesar de la ausencia aparente de población negra.
Afrodescendientes en la actualidad: un legado olvidado
Aunque la población afroargentina es hoy en día numéricamente pequeña, su legado cultural e histórico sigue presente. Se calcula que cerca de dos millones de argentinos tienen algún grado de ascendencia africana, aunque pocos se identifican como tales debido al mestizaje y a la falta de reconocimiento social e institucional.
En los últimos años, movimientos culturales y académicos han trabajado para rescatar la memoria afroargentina y visibilizar sus contribuciones a la cultura nacional, incluyendo la música, la danza, la gastronomía y las tradiciones populares. Además, la llegada de nuevos inmigrantes afrodescendientes, especialmente de países como Brasil, República Dominicana y naciones africanas, está reconfigurando la percepción de la población negra en el país.
Conclusión
La desaparición de los afroargentinos como grupo visible en la sociedad es el resultado de un conjunto de procesos históricos y sociales marcados por la guerra, la enfermedad, la pobreza, el mestizaje y la invisibilización cultural. Sin embargo, su legado sigue vivo en la historia, la cultura y la sangre de millones de argentinos.
Reconocer esta herencia y enfrentar el racismo estructural que aún persiste es un paso necesario para construir una sociedad más inclusiva y consciente de su diversidad. La historia de los afroargentinos no es solo una parte olvidada del pasado; es también una oportunidad para repensar el presente y el futuro de la nación.
Referencias
- Andrews, George Reid. The Afro-Argentines of Buenos Aires, 1800-1900. University of Wisconsin Press, 1980.
- Frigerio, Alejandro. «Los afroargentinos en el imaginario nacional: invisibilidad y representación.» Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, 2000.
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- Lobato, Mirta Zaida. La vida en las fábricas: Trabajo, protesta y política en una comunidad obrera, Berisso (1904-1970). Siglo XXI Editores, 2001.
- Telles, Edward. Race in Another America: The Significance of Skin Color in Brazil. Princeton University Press, 2004.